Detectores de humo en casa, ¿sí o no?
En caso de incendio, tener detectores de humo en casa es fundamental. Estos son una gran ayuda para darnos cuenta a tiempo y evitar una posible tragedia.
¿Por qué debemos tener detectores de humo en casa?
La razón es sencilla: los detectores de humo reducen la probabilidad de que se produzca un incendio imparable en casa. Gracias a ellos, estaremos seguros en nuestro hogar, especialmente cuando dormimos. Con esto en mente, aprendamos algunas cosas imprescindibles.
¿Dónde debemos colocarlos?
La mejor opción es colocar varios detectores de humo, uno por cada 40 m2. El primero que coloquemos debe estar en la entrada de casa. Además, si tenemos más de una planta, debemos colocar, como mínimo, un detector de humo en cada una.
Para su distribución, lo ideal es que los coloquemos en el centro del techo. En las esquinas, el aire no se mueve, por lo que el detector de humos no cumpliría su función. También es importante que esté alejado, al menos, 30 centímetros de cualquier objeto que pueda obstaculizar el paso del humo.
En cuanto a las habitaciones, si dormimos con las puertas cerradas, debemos colocar un detector de humos por habitación. Si no, bastará con uno en el pasillo, cerca de los dormitorios.
Por último, en relación al tabaco: si hay fumadores en casa, tenemos que colocar el detector de humos en una zona alejada de alta concentración de humo. De lo contrario, nos encontraremos muchas veces frente a falsas alarmas.
¿Y dónde no?
No debemos colocarlos en lugares en los que, con mucha frecuencia, se acumula humo o vapor. Ejemplos de estos sitios son el baño o el garaje. Asimismo, tampoco debemos situarlos cerca de ventiladores o calentadores. El motivo reside en que estos pueden cambiar la dirección en la que corre el aire, con lo que los detectores de humo no podrían cumplir su función.
¿Qué cuidados requieren los detectores de humo?
Lo recomendable es que cambiemos los detectores de humo cada diez años. No obstante, debemos revisar a menudo que estos funcionan correctamente. Para ello, tenemos que presionar la parte central del detector y comprobar que suena la alarma.
Además, debemos limpiar el detector de humos con frecuencia; lo ideal es, al menos, una vez al mes. Para limpiar el polvo de las ranuras, podemos usar un aspirador o un cepillo; para el interior, un spray.