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Cada perro, como cada persona, tiene un carácter particular. Los hay muy tranquilos, miedosos, otros en cambio son exploradores natos, los hay que son puro nervio… Cada uno tiene su forma de ser, aunque a veces, además del carácter de cada uno, el ambiente y la educación influyen en su comportamiento.
En el caso de los perros muy inquietos, existen una serie de pautas que se pueden seguir para intentar calmarlos y que se sientan más relajados. De no ser así, a la larga, la salud de tu perro se puede resentir.
Por lo general, un perro nervioso es un perro que está estresado. Las consecuencias de este estrés son: dormir poco, delgadez y tener reacciones exageradas ante determinados estímulos.
Lo normal es que los perros, mientras sean cachorros sean bastante nerviosos pero al cumplir el año este nerviosismo deberá ir desapareciendo. De no ser así, nos enfrentaríamos a un problema de estrés canino.

Cómo actuar

Lo primero que debemos hacer es averiguar la causa de este estrés o nerviosismo. En algunos casos la razón puede ser que sea hiperactivo, en otros puede ser una mala educación, factores ambientales o incluso genéticos. Para detectar la causa se recomienda ir a un especialista para que examine al can y su comportamiento.
Una vez detectada la causa, llega el momento de poner en práctica una serie de pautas para relajar a nuestro perro.

  • Paseos largos. En ocasiones el nerviosismo de nuestra mascota puede deberse a que no quema toda la energía necesaria. Una buena forma es sacarlo a dar un buen paseo. No consiste en que lo agotes, sino en que se habitúe a pasear, conozca el entorno y se relaje.
  • En casa juegos relajados. Nuestra mascota tiene que distinguir los juegos que se pueden realizar al aire libre o los permitidos en casa. Cuando estemos en el interior de nuestra vivienda no le incites a jugar como cuando estamos en la calle. Buscar la pelota o saltar a por ella son juegos reservados para la calle. De esta manera aprenderá a que en casa se debe tener un comportamiento más relajado y tranquilo.
  • Ejemplo de tranquilidad. Esta regla se aplica tanto a las mascotas como a los niños y es que los cabezas de familia son un ejemplo para todos los miembros. Analiza cómo es tu comportamiento con el animal, quizás sin darte cuenta lo estés excitando demasiado e incitando a estar en un estado de nerviosismo permanente.
  • Visitar a un profesional. Si con las pautas anteriores tu mascota sigue con el mismo comportamiento, debes llevarla a un especialista. Los adiestradores caninos realizan trabajos espectaculares con perros que de primeras tenían muy mal comportamiento. Otro profesional al que puedes acudir es al etólogo, un veterinario especializado en el comportamiento animal. Si pruebas de todo y el comportamiento de tu mascota sigue igual, quizás deberías visitarlo.

Implica a toda la familia en este proceso para ayudar al 100% a tu mascota.  Ya se sabe que la familia debe estar unida.

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