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Todos deseamos ser felices, y no solamente por lo bien que nos hace sentir este sentimiento, sino por el impacto que tiene sobre nuestra salud y bienestar. ¡Ayúdanos a llevar la felicidad a quienes más la necesitan!

La Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) decretó en 2012 que, a partir de entonces, el 20 de marzo se celebraría el Día Internacional de la Felicidad para reconocer su relevancia como aspiración universal de los seres humanos y la importancia de incluir el bienestar como objetivo en las políticas públicas.
Debido a su particular historia, es de entender que la iniciativa fuera propuesta por el Reino de Bután. Cuatro décadas antes, el Rey Dragón IV decidió, a sus 16 años de edad, que el objetivo de su Gobierno no debía ser el mero crecimiento económico, sino la felicidad de sus súbditos. Para ello, desarrolló un nuevo concepto: la Felicidad Nacional Bruta (FNB), en sustitución del tradicional indicador del Producto Interior Bruto (PIB).

El termómetro de la felicidad

Para poder medir la felicidad, el país asiático creó un indicador con nueve puntos: el bienestar psicológico, el uso del tiempo, la vitalidad de la comunidad, la cultura, la salud, la educación, la diversidad medioambiental, el nivel de vida y el Gobierno. A pesar de sus limitaciones para ser “objetivo”, esta iniciativa fue imitada a lo largo y ancho del planeta. Aunque es imposible determinar cuántos elementos intervienen en la felicidad o en qué proporción, hay relativo consenso en que los factores clave son: los sociales, como la educación y la vida familiar; aquellos relacionados con la salud, tanto mental como física; y los económicos, como el empleo o el nivel de ingresos.
Una de las iniciativas que cuenta con mayor reputación es el Índice del Planeta Feliz, elaborado por la New Economics Foundation. En él, España se sitúa en un impresionante 15º puesto debido, sobre todo, a su elevada esperanza de vida.

Sorprendentemente, no son necesariamente los países más desarrollados los que ocupan las mejores posiciones. Prueba de ello es que Costa Rica ocupa el primer puesto del ranking y Luxemburgo el penúltimo lugar. Y esto, ¿por qué? Una de las principales razones es que el país centroamericano es uno de los países con mayor biodiversidad, mientras que el Gran Ducado europeo es el más contaminante, ¡harían falta nueve planetas para sostener su modelo de vida!
Y es que es posible convivir con mayor bienestar y de un modo más sostenible, como en la sociedad de los Pitufos. El año pasado, los dobladores de la última película de estos míticos personales participaron en el video estrella de la ONU para promover el desarrollo sostenible, en el marco del Día Internacional de la Felicidad. El mensaje es claro: todos podemos hacer algo por mejorar nuestro mundo, por el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, sin importar nuestro tamaño, tal y como hacen estos diminutos Pitufos.

La felicidad, una buena receta para la salud

Una buena actitud puede prevenir el desarrollo de enfermedades y ayudar a combatirlas. Y es que, además de fortalecer la salud mental, ser feliz tiene efectos positivos sobre el organismo. ¿De qué manera? Existen tres tipos de hormonas que intervienen en nuestro bienestar: la dopamina, la serotonina y las endorfinas. Todas ellas están relacionadas con la alegría, la motivación y la euforia. Coloquialmente conocidas como “hormonas de la felicidad”, son capaces de promover la calma, reducir la presión sanguínea, disminuir la sensación de dolor o reforzar las funciones del sistema inmunitario. Una persona es feliz porque es capaz de producir estas sustancias de manera óptima, por lo que estará más sano.
La meditación, el ocio, el deporte o la risa son algunas de las actividades que ayudan a elevar los niveles de estas hormonas, mejorando así el estado de ánimo y de salud de las personas que las practican. Por eso, las iniciativas de acompañamiento hospitalario de entidades como la Fundación Theodora, la Fundación Aladina o TarracoSalut no solo hacen más agradables los ingresos de pequeños y mayores, sino que pueden influir positivamente en la vivencia de la enfermedad y el proceso de recuperación del paciente.

La Fundación Theodora se centra en la atención de niños y adolescentes hospitalizados. Los Doctores Sonrisa (actores, payasos, cuentacuentos, magos, músicos, etc) recorren cada semana una veintena de centros de distintas provincias españolas con el objetivo de hacer pasar un buen rato a los pequeños y hacer su estancia más humana. Aladina, por su parte, proporciona apoyo integral a niños y adolescentes enfermos de cáncer y a sus familias. Su intenvención va más allá del entorno hospitalario, ofreciendo también ayudas económicas, apoyo psicológico, un programa de becas deportivas o la posibilidad de participar en campamentos de verano. La asociación de voluntariado TarracoSalut propone un programa similar, basado en el acompañamiento emocional y lúdico, para personas de todas las edades que sufren algún tipo de dolencia en el área de Tarragona.

  Y tú, ¿qué puedes hacer?

Promover la salud para todos y todas es el tercer objetivo de la Agenda 2030 pero, además de contribuir en la consecución de las metas de Desarrollo Sostenible, tú puedes impactar de forma directa en el día a día de las personas que padecen alguna enfermedad; hombres, mujeres, niños y niñas con nombre y apellidos, cuya vida puedes ayudar a mejorar a través de tu voluntariado colaborando con diferentes fundaciones.

Fuente: Somos Voluntarios santalucía (Fundación Hazloposible) 

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