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Las enfermedades cardiovasculares representan un importante problema de salud pública, constituyendo la primera causa de mortalidad en España en 2020 (Covid-19 al margen), según el INE.

Cada 17 de mayo se conmemora el Día Mundial de la Hipertensión Arterial. Se trata de una enfermedad muy frecuente (en España afecta casi al 40 % de la población mayor de 18 años) y es un importante factor de riesgo cardiovascular.

Es una patología silenciosa, porque no produce síntomas, y pasado el tiempo se pueden manifestar sus efectos. Constituye una de las principales causas de arterioesclerosis (acumulación de grasa en las arterias) y de trombosis. Además, la presión continua en las arterias puede provocar la dilatación de la aorta (aneurisma) e incluso la rotura de la pared arterial.

¿Cuál es la causa de la hipertensión arterial?

En un 95 % de los casos es desconocida (es la llamada hipertensión esencial). El 5 % restante puede deberse a enfermedades renales o endocrinas, entre otras. El organismo dispone de una serie de receptores de presión en algunas arterias, que recogen información sobre la tensión arterial. Estos receptores envían señales ante las subidas o bajadas bruscas de presión y producen una respuesta, modificando la frecuencia cardiaca o variando el calibre arterial. En los hipertensos, este mecanismo de regulación está alterado.

¿Por qué varía la tensión arterial con el paso de los años?

Las personas que presentan cifras tensionales bajas en la juventud pueden volverse hipertensas, por lo que nunca está de más realizar mediciones de presión arterial cada cierto tiempo. Las arterias se van volviendo rígidas a lo largo de la vida y es frecuente que la tensión llamada “máxima” o sistólica aumente con el tiempo.

¿Qué factores favorecen su aparición?

  • Los antecedentes familiares de hipertensión.
  • El sexo masculino (en las mujeres el riesgo es mayor pasados los 55 años).
  • La edad superior a 60 años.
  • El estrés prolongado. Algunas características de la personalidad pueden contribuir a desarrollar la hipertensión.
  • El sobrepeso o la obesidad.
  • El tabaco.
  • La toma de anticonceptivos orales.
  • La alimentación con alto contenido en grasas saturadas y/o sal.
  • La ingesta de alcohol.
  • El sedentarismo.
  • La diabetes.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico se realiza por la simple medición de la presión arterial, pero como hay fluctuaciones de ésta a lo largo del día, es importante medirla a la misma hora y en las mismas condiciones. A veces, es necesario realizar otro tipo de pruebas como el Holter de presión arterial. En el estudio de la hipertensión, se realizará un electrocardiograma y una analítica para comprobar si hay órganos diana dañados.

¿Cuáles son las consecuencias de la tensión arterial elevada?

Si la hipertensión arterial no se trata de forma adecuada, las arterias se van volviendo rígidas y se estrechan, produciendo daños en órganos vitales:

  • Infartos, angina de pecho o arritmias.
  • Posibilidad de aparición de infartos cerebrales.
  • Insuficiencia renal.
  • Alteraciones en la visión por daño en arterias retinianas.
  • Dolor en las piernas al caminar (claudicación intermitente).

Consejos para ayudar a reducir las cifras tensionales elevadas

  • Evitar el tabaco, porque eleva la presión arterial y la frecuencia cardiaca.
  • No consumir alcohol o, al menos, no consumirlo en exceso.
  • Controlar el peso. Reducir el sobrepeso puede hacer que disminuya la presión, además de mejorar el riesgo cardiovascular y la diabetes.
  • Hacer ejercicio. El ejercicio físico regular consigue bajar las cifras de presión arterial. Además, aumenta la masa muscular y la capacidad de esfuerzo, ayuda a controlar el peso y logra disminuir el riesgo cardiovascular.
  • No olvidar la dieta cardiosaludable. Los hipertensos deben disminuir el consumo de sal y alimentos que la contengan. También es necesario consumir frutas, verduras, legumbres, frutos secos, pan y otros cereales. Por último, usar aceite de oliva como grasa principal e incrementar la ingesta de aves y pescado en detrimento de las carnes rojas.

Tratamiento farmacológico

Si a pesar de todos los cuidados mencionados anteriormente las cifras de tensión arterial no disminuyen, para prevenir los daños a futuro y sobre todo si éstos ya se han producido en los órganos diana, es necesaria la toma de medicación, en muchas ocasiones durante toda la vida.

Hay diferentes tipos de fármacos y cada uno de ellos están indicados en diferentes pacientes (por ejemplo, si también padecen una insuficiencia cardiaca o una arritmia). Los fármacos antihipertensivos están agrupados en varios tipos, entre otros, los diuréticos, los betabloqueantes o los inhibidores del sistema renina angiotensina (IECA).

Como hemos comentado y en la mayoría de los casos, el tratamiento antihipertensivo debe mantenerse durante toda la vida, aunque se hayan normalizado los valores tensionales, y siempre se deben seguir estos consejos:

  • Mantener el horario de las tomas de medicamento.
  • No dejar de visitar al médico prescriptor para que controle los resultados de la medicación, por si es necesario modificarla o realizar cambios. Cada cierto tiempo, el facultativo realizará una analítica para estudiar si hay parámetros alterados.
  • El tratamiento debe complementarse siempre con la mejora de los hábitos saludables. Debemos actuar sobre los distintos factores de riesgo cardiovascular para lograr alargar nuestra esperanza de vida y hacerlo en un estado de salud óptimo. Nuestras arterias -y corazón– lo agradecerán.

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