Área privada

La intolerancia a la fructosa es una de las restricciones alimentarias de las que menos oímos hablar. En la actualidad cerca de un 25 % de la población no puede tomar algún nutriente o grupo alimenticio por problemas de salud y, aunque el gluten o la lactosa están muy presentes en todas las conversaciones, este azúcar procedente de las frutas y verduras es un desconocido para muchos.

¿Qué es la fructosa?

A nivel biológico, la fructosa es un glúcido que está presente en todas las frutas, muchos vegetales y en la miel. Tiene una fórmula molecular idéntica a la glucosa, pero su estructura es diferente. Además de poder consumirla de manera natural en los alimentos que acabamos de mencionar, también puedes encontrarla procesada en los supermercados.

Está presente en el azúcar blanco mezclada con glucosa, pero también se vende de forma individual. Este producto procesado se utiliza como endulzante para diabéticos o también como edulcorante en postres y bebidas.

La intolerancia a la fructosa y sus síntomas

Aunque la inmensa mayoría de las personas podemos consumir fructosa sin ningún problema, se estima que una de cada 20 000 personas no puede asimilarla correctamente. Si este es tu caso, el origen de esta intolerancia se debe a la ausencia o inactividad de una enzima en tu sistema digestivo. Esta molécula se encarga de descomponer los alimentos en nutrientes para que tu organismo pueda asimilarlos.

Cuando la fructosa no se descompone, pasa de forma íntegra a tu intestino delgado y, en lugar de absorberse, llega directamente al colon. Como consecuencia de la acción de las bacterias intestinales, las moléculas se descomponen y empezarás a sufrir gases, molestias intestinales y otros síntomas.

¿Cómo saber si tienes alergia a la fructosa?

Cuando tienes intolerancia a la fructosa los síntomas más leves son flatulencias y molestias y, a medida que se va desarrollando, estos comienzan a empeorar en forma de diarreas o dolores. Si ves que tu cuadro cumple esta pauta, es el momento de que acudas al médico y comentes con él la posibilidad de hacer las pruebas necesarias.

No existe un sistema de diagnóstico desde casa, pero se trata de una prueba muy sencilla e indolora. Como las bacterias del colon producen hidrógeno, el profesional que te haga el test te dará para tomar una solución con un concentrado de fructosa. Pasado un tiempo, tendrás que espirar en el interior de un aparato diseñado para detectar el gas.

¿Qué ocurre tras el diagnóstico?

Una vez diagnosticada la intolerancia, tu profesional médico te dará una pauta para seguir en tu alimentación. No solo te informará de los productos que no puedes comer, también te dirá qué ingredientes debes buscar en los procesados. Con unos cambios básicos en tu estilo de vida no tendrás por qué tener complicaciones.

Como puedes ver, la intolerancia a la fructosa es una patología más o menos simple con un diagnóstico rápido. Si quieres saber más sobre el tema o crees que puedes tenerla, te animamos a que contactes con tu médico y le expongas tus dudas.

Los deportes más recomendados para niños
¿Cómo es tu boca?