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Cuando terminó sus estudios de Magisterio, Alberto García Porras se dio cuenta de que no era aquello a lo que se quería dedicar. Se replanteó, por tanto, su carrera profesional y se lanzó a encontrar un trabajo que le permitiera viajar, salir de su entorno y vivir nuevas experiencias, en una empresa que tuviera una implantación nacional e internacional y que le diera la oportunidad de moverse. Buscaba, además, formar parte de un departamento que le permitiera crecer y ponerse él sus propias metas. “Quería ser yo el que marcara mis horizontes y mis límites con mi capacidad, mis ganas de trabajar, mi esfuerzo y mi sacrificio”.
Dieciséis años después, Alberto es el Director del Canal de Agentes Exclusivos de Santalucía y se enfrenta al reto de crear una sólida red de agentes profesionales a nivel nacional. “Entré en la compañía en el año 2000 dentro del área comercial, y, pese a que no tenía las mejores condiciones, hubo algo que me atrajo al proyecto, la escuela de Santalucía. Estaba basada en dos principios fundamentales: una estructura muy cercana al colaborador que se integraba, lo que hizo que empezara a descubrir habilidades en mí que no sabía que tenía, y el altísimo nivel de exigencia, que hacía que el crecimiento fuera a un ritmo muy rápido. Todo ello me motivó para apostar por Santalucía”.
Además, Alberto destaca que Santalucía se encuentra hoy en un profundo proceso de transformación que implica también a sus recursos humanos lo que ha llevado implantar programas de desarrollo y de identificación de talento que revierten directamente en la mejora de las oportunidades para las personas que trabajan y se incorporan a la compañía, potenciando así también la inversión que se hace en ellas.
Aquella primera experiencia como comercial ha continuado en todos los pasos que ha dado hasta ahora en su trayectoria profesional en Santalucía, una carrera basada en la inquietud, el esfuerzo y – como él dice, “trabajo, trabajo y trabajo”- en la que ha creado proyectos y equipos, cada vez mayores y de mayor alcance, en la que ha ocupado varios puestos de responsabilidad, que le ha llevado a vivir en varias ciudades de España y en la que “sobre todo se ha superado con cada reto y cada obstáculo, sin dejar nunca de aprender y de crecer”.
Hay tres valores que, para Alberto, diferencian a Santalucía y que la convierten en el lugar en el que quiere seguir trabajando. “El primero es que es una compañía solvente y que se encuentra en un momento en el que puede invertir en una transformación”. Precisamente este proceso de transformación es el segundo de los puntos que señala, “la transformación es un momento de oportunidades, que son todos los proyectos que nacen todos los años y que nos posicionan en vanguardia”. Por ultimo destaca, “la compañía ha abierto de una manera decidida las puertas al exterior, hemos pasado a ser más proactivos y a comunicarnos con el cliente y el empleado poniendo en valor nuestra cercanía”.
“La cercanía es el atributo de la compañía, pero más allá de ser una frase es una realidad, es una empresa cercana de verdad, en la que no se tiene miedo a las opiniones de los demás, y en la que no hay opacidad a la hora de acceder a determinadas personas que realmente necesitas que escuchen lo que piensas”
A sus cuarenta años tiene todavía muchas necesidades y aspiraciones que cumplir, y es en Santalucía donde encuentra las respuestas. “Muchas de las fortalezas de la casa parten de dónde venimos, de nuestra historia, pero si se hubieran quedado ahí yo no seguiría aquí. Necesito estar en un sitio en el que pueda seguir aprendiendo y que además me permita poderlo compartir tanto dentro como fuera de la organización, ahora por ejemplo como profesor en la Escuela de Negocios de Madrid (EOI).
El camino que ha recorrido hasta aquí no ha sido fácil, pero ha encontrado y sigue obteniendo todo lo que buscaba cuando se planteó su carrera profesional: retos, experiencias y horizontes que no dejan de crecer.

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