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Salud

¿Sabes distinguir una alergia de una intolerancia alimentaria?

¿Sabías que aproximadamente un 25 % de la población mundial padece algún tipo de alergia? Un trastorno muy común y que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se ha multiplicado en los últimos años, con la previsión de que siga creciendo de manera exponencial en los venideros. La estimación oficial: en el horizonte de 2050, la mitad de la población de todo el Planeta sufrirá algún tipo de problema o patología alérgica.

¿Sabes distinguir una alergia de una intolerancia alimentaria?

Por ello, cada 8 de julio se celebra el Día Mundial de la Alergia. Una fecha que incide en la importancia de la detección de los síntomas, la prevención y la investigación de tratamientos para las enfermedades causadas por reacciones alérgicas, todo lo cual repercutirá de manera positiva en una reducción de las molestias y la mejora de la calidad de vida de todas aquellas personas que las sufren.

¿Qué es la alergia?

Las alergias constituyen, en esencia, un mecanismo de respuesta inmunológica de nuestro organismo frente a diversos alérgenos, ya sean alimentarios, ambientales, farmacológicos, etc.

De esta forma, las alergias se presentan cuando el sistema inmune reacciona, con hipersensibilidad, a la exposición de sustancias o agentes extraños (que, por lo general, suelen ser inocuos). Ante esta posible amenaza, el cuerpo produce anticuerpos que inmediatamente identifican al alérgeno y puede provocar inflamación en la piel, sistema digestivo o en el sistema respiratorio.

¿Cómo se manifiestan las alergias?

Los síntomas de la alergia varían muchísimo. Según la vía de penetración o contacto de los alérgenos, pueden producirse alteraciones digestivas (diarreas, dolor abdominal) o síntomas respiratorios (estornudos, asma, mucosidad nasal, picor de garganta o nariz). Precisamente, la rinitis alérgica es la alteración más frecuente.

También pueden presentarse trastornos en la piel (erupciones, picores, descamaciones…), muy extendidos debido a los excipientes de cremas cosméticas, jabones y productos de limpieza. En los ojos pueden producirse enrojecimiento, lagrimeo, picor o conjuntivitis.

En algún caso se manifiesta disnea o dificultad respiratoria que requiere de ingreso hospitalario.

¿Cómo se producen las reacciones alérgicas?

La más frecuente es la reacción llamada de hipersensibilidad. El alérgeno entra en contacto con el organismo, y la respuesta inicial es la producción de anticuerpos (Inmunoglobulinas E o IgE), además de la generación de células específicas para combatirlo. Después de un período de tiempo más o menos largo, ante un segundo contacto con el alérgeno, se produce la reacción, con la producción de IgE específica y liberación de otras sustancias antiinflamatorias.

Esta tormenta de actividad inmunitaria llevará a los síntomas de la alergia. Por ejemplo, en la inhalación de polen se producirán mucosidad nasal, picor de ojos, estornudos, tos, e incluso obstrucción respiratoria. Es decir, los contactos sucesivos de la persona alérgica con los alérgenos producirán la reacción y los síntomas, y estos serán más intensos cuanto mayor sea la cantidad de alérgeno presente.

Hay también reacciones alérgicas retardadas, porque se producen tras más de 24 horas a partir del contacto con el alérgeno. El ejemplo es el de la alergia al níquel de los metales. En el rechazo a los trasplantes también participa este tipo de reacción alérgica.

¿Cómo se realizan las pruebas para diagnosticar alergias?

Lo habitual es realizar test cutáneos, poniendo en contacto distintos alérgenos con la piel para cuantificar la respuesta pasados unos minutos. Estas pruebas se realizan colocando extractos líquidos en punciones o escarificaciones realizadas en el brazo para comprobar si produce alguna reacción. Por norma general, a los 15 minutos aparecen puntos rojos abultados, pápulas, si la persona tiene alergia a esa sustancia.

Para determinados alérgenos, también pueden colocarse parches en la espalda, valorando la reacción a las 48 y a las 96 horas.

También se pueden realizar pruebas de exposición controlada a medicamentos o alimentos, administrando el sospechoso de causar alergia y permaneciendo el paciente en observación unas horas, con la toma de constantes en varios momentos de la evaluación.

Consejos para combatir las alergias

Algunos consejos simples para las personas alérgicas que conocen los alérgenos responsables de su enfermedad:

  • Evitar ejercicios al aire libre durante las épocas de mayor concentración de pólenes.
  • ‘Sortear’ en lo posible el contacto directo con alérgenos como el polvo, el polen, los pelos de animales y algunos medicamentos.
  • Mantener la limpieza del hogar, evitar los productos de limpieza y cosméticos responsables de la alergia.
  • Una vez detectados, evitar los alimentos que producen alergias, con cambios en la dieta. En ella podrás incluir alimentos ‘enemigos’ de las alergias: verduras como el brócoli, las coles o la berza; cebollas, ajos, salmón, etc.
  • Y lo más importante, acudir al especialista en alergología y seguir sus tratamientos y consejos.

Alergia e Intolerancia alimentaria

Ser alérgico o intolerante a un alimento no es lo mismo, aunque pueda parecerlo. Ambos trastornos provocan reacciones adversas en la ingesta que pueden ser confundidas.

Hemos visto como la causa de la alergia es la reacción excesiva del sistema inmunitario a un alérgeno. Sin embargo, la intolerancia alimentaria se produce porque el organismo no puede digerir una sustancia (como la lactosa o el gluten). Existen, pues, diferencias entre ambos trastornos.

En el primer caso, la alergia, se producen los síntomas de forma inmediata y pueden ser más graves; en la intolerancia alimentaria, que puede afectar a cada persona de manera diferente, se genera una reacción inflamatoria tras tomar el alimento y los síntomas pueden llegar a manifestarse muchas horas o días después y tras tomas repetidas del mismo.

El diagnóstico no es siempre sencillo, porque la intolerancia alimentaria no solo produce síntomas digestivos (diarrea, dolor abdominal, náuseas y vómitos, entre otros). También se pueden desarrollar acné, dolor de cabeza, pérdida de pelo o cansancio.

La intolerancia a la fructosa, sacarosa, gluten, lactosa y huevo son algunas de las reacciones adversas más frecuentes.

En cualquier caso, las personas sensibles o proclives a padecer una reacción alimentaria deben eliminar de su dieta, parcial o totalmente, aquel alimento, ingrediente, componente, aditivo, conservante… que la causa o motiva.

Como recomendación general, conviene leer con atención las etiquetas de los alimentos e informarse en los restaurantes sobre los métodos de manipulación de los alimentos para evitar la contaminación cruzada.

¿Son fiables las pruebas de intolerancia alimentaria?

Para determinar si sufrimos una intolerancia alimentaria debemos acudir al médico con el fin de que nos realice un test, consistente en la extracción de sangre para medir si existen anticuerpos IgG frente a una serie de alimentos (puede ser una batería de hasta 200).

Lo cierto es que la IgG puede estar presente en la sangre de una persona sin ningún tipo de significado patológico. Expertos de distintas sociedades científicas (entre ellos los de la Sociedad Española de Patología Digestiva), aseguran que no hay evidencia científica de su efectividad.

Además de esta prueba sanguínea, en ciertas ocasiones se pueden biopsias para comprobar que no haya daños mayores en el intestino.

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