Área privada

Una mordida inadecuada constituye una maloclusión, que puede repercutir en nuestra salud bucodental. Así, una maloclusión se produce cuando el hueso superior (maxilar) y el inferior (mandibular) no encajan entre sí correctamente y/o cuando los dientes no están adecuadamente alineados, provocando una mala mordida y afectando a su funcionalidad.
Las malas mordidas pueden venir sentenciadas genéticamente o bien pueden producirse por malos hábitos adquiridos desde niños, como el uso excesivo del chupete.

Una maloclusión sin tratamiento puede generar:

  • Problemas digestivos como consecuencia de no masticar adecuadamente.
  • Afectaciones a nivel respiratorio, ya que las personas que presentan una maloclusión suelen realizar una respiración bucal y no nasal.
  • Alteraciones en la fonación. La colocación de nuestra mandíbula incide directamente en la manera de hablar, en la vocalización, etc.
  • Dificultades para mantener una buena higiene dental. Una dentadura alineada y sin dientes apiñados se limpia con más facilidad al no presentar recovecos. Como consecuencia, la salud de las encías también puede verse afectada y derivar en un problema periodontal.
  • Dolor de cabeza y sensación de dolor de oído. En realidad el dolor no se focaliza en el oído, sino en la articulación que comparte zona anatómica con el oído. De ahí que tengamos muchas derivaciones de otorrinolaringología a la consulta dental. Se ocasiona una sobrecarga en la articulación temporomandibular con dolor y problemas musculares.
  • Por último, una mala mordida puede provocar un desgaste dentario, aumentando la sensibilidad dental por la pérdida del esmalte.

Es muy importante corregir la maloclusión para evitar cualquier tipo de complicación que pueda provocar en nuestra salud dental. Cuando se detecte, se debe realizar una consulta con el especialista de ortodoncia, ya que será él quien nos ofrezca el mejor plan de tratamiento tras un correcto diagnóstico.

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