Área privada

El estado de alarma en el que vive todo el país desde el mes de marzo está dejando a su paso una serie de consecuencias personales que no son tan favorables como podíamos esperar. No hablamos de la ansiada ilusión por salir al exterior y volver progresivamente a la normalidad, sino más bien todo lo contrario. Tras más de cincuenta días de encierro en nuestras casas, hay quienes ya conviven con el miedo de salir a la calle. Un miedo con nombre propio: el síndrome de la cabaña.

¿Qué es el síndrome de la cabaña?

En primer lugar, es importante aclarar que no se trata de una patología como tal, sino de un temor irracional que se genera cuando piensas en volver a la situación previa al confinamiento. El síndrome de la cabaña ha sido estudiado y analizado en personas que viven privadas de su libertad, como pueden ser presos o enfermos que tienen que pasar largas temporadas en el hospital.
Antes de que se anunciaran las fases de la desescalada, probablemente solo hayas tenido que salir de tu hogar para ir al supermercado, al médico o a la farmacia. En pleno mes de mayo, la fase cero ha comenzado e  incluye restricciones horarias y sanitarias, pero también el placer de retomar los paseos o el deporte al aire libre. Un placer que puedes no sentir al haber estado recluido durante tanto tiempo de manera forzosa, y que genera en ti ansiedad, pánico e incluso una fobia que te inhabilita a salir de la que se ha convertido en tu zona de confort: tu casa.

¿Cómo sé si tengo el síndrome de la cabaña?

Uno de los principales síntomas del síndrome de la cabaña son los pensamientos negativos recurrentes y catastrofistas en los que tu foco va a estar centrado en el temor ante un posible contagio si te habla alguien, si tocas el ascensor, si un vecino se te acerca, etcétera. Son pensamientos obsesivos ante los que prefieres quedarte en casa y evitar exponerte a la realidad exterior.
También puedes estar sintiendo cierta dificultad para concentrarte en cualquier tarea, nervios, ansiedad, desasosiego e incluso desmotivación. Todos ellos son síntomas del síndrome de la cabaña, pero el principal es el miedo excesivo a retomar tu vida anterior a la llegada del COVID-19.

Te puede pasar pero, existen soluciones

Así es: el síndrome de la cabaña te puede afectar, e incluso es posible que ya estés conviviendo con él y te preguntes si tiene solución. La respuesta a esta pregunta es sí; la tiene. No obstante, puede que no se trate de una solución sencilla. Mientras que en algunos casos las técnicas de relajación y respiración serán suficientes para volver a la normalidad, en otros habrá que recurrir a un especialista.
En suma, has de tener en cuenta que el síndrome de la cabaña no afecta a todos por igual. El miedo al contagio es subjetivo, y es por eso que las personas hipocondríacas, aquellas que viven solas o los ancianos son algunos de los sectores de población de riesgo en las que es más frecuente desarrollar este síndrome.

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